CRISTO
4 de junio 2017
Que mi Paz esté en cada uno de vosotros.
Hermanos y hermanas en eternidad, recojámonos un
momento en la Gracia del Corazón. Bendigo a cada uno de vosotros en su llama
eterna. En este día de Pentecostés, que el Espíritu de la Verdad os cubra de
bendiciones. Honro vuestra Presencia, en el Amor.
…Silencio…
Como se os ha dicho, la Ascensión de la Tierra ha
comenzado el 8 de marzo de 2017. Progresivamente, la Confederación
Intergaláctica de los Mundos Libres, así como María, os han propuesto que
viváis esta forma de comunión con vuestra eternidad, llamada “Teofanía”, que
viene a recordaros el Juramento y la Promesa, antes incluso de la Llamada de mi
Madre. Dondequiera que estéis en la Tierra, y sea cual sea vuestro origen, en
el plano de lo efímero como en el plano de la Eternidad, sois cada día más los
que vivís la Verdad y descubrís que vuestro Reino no es de este mundo, que
vuestro Reino está dentro de vosotros.
En este día de Pentecostés y por la Gracia de la
Nueva Eucaristía, deposito en el corazón de vuestra cabeza, el Espíritu de la
Verdad, el Paráclito. Como primer integrante de la Nueva Eucaristía, hoy, desde
este mismo día, el corazón se funde con la cabeza, poniendo en marcha en algunos
de vosotros y cada día más, el vehículo ascensional, que manifestará y os hará
vivir dentro incluso de este mundo, los carismas del Espíritu, a los cuales,
como sabéis, no debéis ataros, pero que serán el testimonio indeleble de
vuestra Presencia eterna en la superficie de este mundo.
Saludo a todos los que se han atrevido a atravesar
las últimas puertas, abandonando todo lo conocido y viven ya su resurrección.
En este día de Pentecostés, la pequeña Corona de vuestra cabeza, la joya, se
despliega dentro de lo efímero no solo para haceros ver, sino para entrar en
relación con los mundos invisibles a vuestros ojos de carne. El descenso del
Espíritu Santo, del Espíritu de la Verdad, vienen a enaltecer la beatitud y la
felicidad de vuestro renacimiento en la Eternidad.
Mi Madre os ha dicho hace unos días, que las
tribulaciones humanas están llegando a vuestra conciencia para permitir que la
revelación final se ponga en marcha. Todos vosotros estáis llamados, por la
Gracia del Espíritu Santo, a vivir su resurrección. Estéis donde estéis
posicionados, más o menos lejos de vuestro corazón, se produce, la misma Gracia
del descenso del Espíritu, a un número cada vez más importante de hermanos y
hermanas. Muchos de vosotros ya experimentáis la Teofanía del Espíritu, la
Teofanía perpetua, que emerge de vuestro Corazón del Corazón, dentro incluso de
este mundo. Ahí está la Paz, la única verdadera; ahí está la felicidad, la
única auténtica.
Vengo a llamar a vuestra puerta, en este día, con el
Espíritu de la Verdad y la Teofanía. Como sabéis y como experimentáis, lo que
se vive hoy es el fin de un mundo y la Resurrección en las moradas de la
Eternidad, en las moradas de la felicidad. Vuestro corazón se eleva y asciende,
haciéndoos comulgar con el Espíritu de la Verdad donde no puede subsistir la
menor duda, el menor cuestionamiento. Para muchos de vosotros se van a
manifestar los distintos carismas asentando, de alguna manera, vuestra
eternidad en este mundo efímero que se aleja.
He venido, en este día, para invitaros a deponer
todas las armas del ego, para introduciros en la dulzura de la Paz y en la
felicidad de la Eternidad. Vengo, en este día, con el Paráclito para libraros,
si me acogéis, de todo lo que pueda quedar de dudas o incertidumbre en cuanto a
lo que sois de verdad. Porque en verdad os vuelvo a decir, “lo que hice hace
dos mil años, lo haréis igual y mucho más todavía”.
A todas las sociedades de la Tierra, a través de
diferentes culturas, independientemente de las creencias, de las religiones, de
las personas, a todo este mundo, yo doy la posibilidad de liberarse del encierro,
del sufrimiento y de la Ilusión. Vengo a daros eso, en el momento en que
aceptéis la pequeñez de todo lo efímero, desde el momento en que no miréis
delante ni detrás de vosotros, sino exclusivamente en vuestro interior para
descubrir allí vuestra majestad, vuestra grandeza y vuestra verdad.
Es la hora para la unión mística con lo que he
llevado y logrado para cada uno de vosotros en la superficie de este mundo. En
verdad, nadie podrá conocerme si no renace de nuevo en su eternidad. Ser libre,
es aceptar ya el principio de Libertad, aceptar la posibilidad de que nada de
lo que vivía en este mundo es verdadero, que nada de lo conocido o cognoscible tiene
utilidad alguna para vivir lo que sois. Lo que sois, no requiere condiciones,
creencias, forma, ni tiempo. Experimentar y descubrir la Libertad, es estar
permanentemente en la felicidad y en la alegría del corazón, sin objeto y sin
sujeto, sin intención y sin desempeñar ningún rol en este mundo.
A partir de ahora, llamaré a las puertas de vuestra
eternidad por la Puerta KI-RIS-TI, por la pequeña Corona de vuestra cabeza o
directamente durante algunas Teofanías. Vengo a invitaros a cada uno de
vosotros, a lavar las ropas, a regeneraros, a olvidar los sufrimientos, a
olvidar los duelos, a olvidar las resistencias, a olvidar las influencias
ocurridas durante vuestras peregrinaciones en este encierro.
Solo vosotros podéis salvaros a vosotros mismos
desde el instante en que os reconozcáis y me reconozcáis, no a través de los
ritos, no a través de los datos históricos, sino simplemente en vuestro corazón,
en la Libertad. Y os recuerdo sobre todo que no hay nada que salvar dentro de
la Ilusión, pero que debéis, como ya he dicho, de convertiros en un niño
inocente y puro, sean cuales sean las manchas presentes en vuestras vidas, sean
cuales sean, los desequilibrios. Buscad vuestro Reino que está dentro de
vosotros, y todo lo demás emergerá de ahí.
Eso requiere que no os intereséis por las idas y
venidas de este mundo, por los juegos de sombra y de luz presentes desde hace
demasiado tiempo en este mundo -que era libre hace mucho tiempo. Solo
encontrando la verdad de vuestro corazón es como os liberaréis y liberaréis el
mundo. Reconociéndome, os reconoceréis, antes de mi presencia y mi historia en
esta tierra, antes de vuestra primera vez en la encarnación.
La Verdad es simple, tan simple que todo lo que se
ha hecho en este mundo es para alejaros, para privaros de ella. Hoy, no hay
ninguna excusa de este mundo, de esta sociedad, de este mundo efímero, para
oponeros al Amor.
Os invito a depositar vuestras últimas cargas a mis
pies; os invito hoy, por la Gracia del Espíritu Santo, a aligeraros y volver
vuestra mirada a lo esencial. Eso pondrá fin, si no está hecho, a vuestra sed
de este mundo, a vuestra sed de ilusiones. Es hora de daros cuenta, si no es
así, de que no hay absolutamente nada de lo que podáis conocer de las leyes de
este mundo, que os permitan escapar de él.
Ahora, son las cosas diferentes por las Teofanías,
sean cuales sean las etapas que hayáis vivido hasta el presente y desde hace
treinta años; ellas vienen a demostrar la verdad del amor, la verdad de la
Eternidad y la falsedad del amor de este mundo. En efecto, no debe confundirse
el Amor de la Vida y el amor de este mundo, aunque muchos de vosotros hayáis
sido seducidos por las sirenas de este mundo a través de una espiritualidad
alterada e incompleta y por otras razones. Es hora de descubriros libres, no
dependiendo de nada de lo que hace vuestra persona en este mundo, no
dependiendo de ninguna de sus reglas, de ninguna de sus leyes, para
posicionaros con el corazón liviano, en la Ley del Uno.
Dentro de unas semanas tendrá lugar el solsticio de
verano, la fiesta de San Juan, momento en el que el Sol entra en su reino para
vosotros, en occidente y en el hemisferio norte. Ese reinado del sol, llamado
“verano”, va a alcanzar un relieve especial durante este verano del año 2017.
Mi Madre os ha anunciado el comienzo formal de las tribulaciones humanas. Aceptad
eso, pero volved, cada día que transcurra hasta el solsticio de verano, vuestra
mirada hacia la Verdad, porque ningún elemento de este mundo dentro de lo
efímero será capaz de mostraros, a partir de ahora y de una u otra manera, dicha
Verdad.
La matriz Arcóntica, como sabéis, toca a su fin -es
irremediable y definitivo. Sé, por supuesto, que muchos de mis hermanos humanos
se han girado hacia los propósitos de este mundo, creyendo que tienen que
llevar a un tipo de redención para la perpetuación de este mundo. La vida
eterna -lo que sois-, no podrá nunca adecuarse a lo que es falso, a lo que es
limitado.
El reino de los “controladores”, ha terminado. Seáis
conscientes o no, lo aceptéis o lo rechacéis, no cambia nada, porque vosotros
vais a descubrir la verdad, si no es así ya, de que todo está en vosotros, en
vuestra Morada de la Paz Suprema, en esta Eternidad y en esta Teofanía. Todo lo
demás es pasajero y desaparecerá definitivamente para conduciros a la Alegría
eterna y definitiva. Ningún placer de este mundo, ninguna ganancia de este mundo
podrá nunca satisfaceros, más allá de vuestra vida efímera.
Lo que vengo a proponeros en este Pentecostés, es
que no os dejéis influir por ninguna ilusión y que dejéis florecer el Amor en
vosotros, en cada mirada, en cada palabra, en cada circunstancia, sin tener en
cuenta lo que pertenece a este mundo.
Os lo he dicho en muchas ocasiones: vosotros estáis
en este mundo, pero no sois de este mundo. Olvidad toda culpabilidad, toda
retribución kármica; vosotros sois libres desde la Eternidad. Muy pocos de
vosotros habéis tenido la oportunidad, en este ciclo, de verificarlo y vivirlo.
Hoy, eso afecta a la multitud, con una cantidad creciente de hermanos y
hermanas. Cada día que pasa, cada día que transcurre, os acerca colectivamente
a la Libertad.
Las circunstancias humanas de este mundo, en este
mes de junio, van a llevaros a soltar vuestras condiciones de seguridad del
tipo que sean para mostraros y demostraros que la única seguridad es vuestra
eternidad, y eso no puede comprarse con ninguna moneda, con ninguna sonrisa,
con ningún rol, con ningún apoyo de vuestra persona sobre las leyes alteradas
de este mundo dual.
Todas las religiones, todos los movimientos
espirituales organizados en este mundo, no son más que una parodia; la única
Verdad solo puede apoyarse en cada uno de vosotros, interiormente. Desde el
momento en que vuestra conciencia se apoye sobre cualquier elemento presente en
este mundo, no sois libres, estáis encadenados a la ley del karma, estáis
atrapados en esta matriz que se deshace. La matriz Crística, y eso os lo he
dicho, es la matriz de la Libertad donde nada puede estar encerrado -ni incluso
la Unidad-, de ninguna manera. Vosotros sois perfectos desde la Eternidad;
vosotros seréis siempre imperfectos en la persona, aunque esa persona sea lo
más santa posible, aunque esa persona me haya desposado conscientemente, como
algunas hermanas Estrellas os han expresado. La única Verdad no depende de
ninguna circunstancia de este mundo.
En este Pentecostés, os invito a dejar florecer las
flores de las Gracias del Amor, a dejar aparecer, revelar y emerger, el Fuego
Ígneo dentro de este mundo.
Lo que llamáis vuestros campos de energía, van a
transformarse, para haceros vivir tanto en la conciencia como en la carne, lo
que es el “Camino”, la “Verdad” y la “Vida”, no como un ideal o un objetivo,
sino como una verdad que os golpea en cada aliento de vuestro corazón. Así que,
os repito con toda firmeza, “dejad a los muertos enterrar a los muertos”. La
única ayuda que a partir de ahora podáis aportar a este mundo en su Liberación
o en su Ascensión, no puede venir, de ninguna manera, de lo efímero. Ya sea una
moneda, ya sea una sonrisa, ya sea una palabra, os parecerán tonterías inútiles
frente al poder de vuestro corazón.
Es el momento de poner fin a todo juego dentro de lo
efímero; es el momento, en este día, de finalizar vuestra libertad; es el
momento hoy de dejar emerger lo que sois. Y lo que sois, no necesita sonrisas,
lo que sois, no necesita palabras, lo que sois no necesita justificaciones ni
demostraciones, porque vosotros sois la prueba viviente de la Verdad. Nada más
podrá alterar esta Verdad desde el momento en que la acojáis, porque en
definitiva sois a vosotros mismos a quienes acogéis.
En cada Teofanía que realicéis con una intención
hacia una persona, yo estaré en vosotros, para magnificar y aclarar todavía
más, la verdad de vuestro corazón. Así que os repito hoy: “Amaos los unos a los
otros como yo os he amado”. El juicio, como sabéis, pertenece a la persona y a
este mundo, y a las leyes de este mundo. No podéis juzgar y ser libres, porque
no veis la Verdad más allá de vuestros sentidos y más allá de vuestras
percepciones.
Vivir la Resurrección en este período bendito de
tribulaciones, es una esperanza y una oportunidad increíble, no para un futuro,
sino para vivir esa felicidad que no depende de ninguna circunstancia y, sobre
todo, de vuestros conocimientos o de vuestras habilidades dentro de este mundo,
incluso las que os han parecido hasta hoy, las más espirituales y las más
luminosas, porque todas las experiencias que hayáis tenido, todos los
encuentros que hayáis vivido, solo han sido una preparación para vivir la
Verdad que no es de este mundo.
En este día de Pentecostés y en los días sucesivos,
nada podrá estar disfrazado u ocultado, tanto dentro como fuera de vosotros,
echando abajo a todos los sistemas de defensa, de depredación y de
esclavización residuales que existen.
Finalmente, no funcionará la Sociedad de las
Naciones, ni la pseudo-armonía entre los pueblos, que no son más que un
equilibrio entre la codicia de cada uno. El único recurso estará dentro de
vosotros. Os invito ya, en este día, por adelantado y de manera solemne, a uniros
a lo que sois que no pasará nunca, porque lo demás es pasajero y se
desvanecerá, dejando el Amor desnudo sin depender de ninguna forma, de ninguna
persona, de ninguna historia, de ningún mundo.
La Teofanía del Espíritu y la Teofanía perpetua, así
como las Teofanías con intención, se unirán, como he dicho, a la sensibilidad
de mi presencia en vuestro corazón, poniendo fin de manera intensa, a todo lo
que pueda quedar de creencias, adhesiones y expectativas presentes en este
mundo.
La Verdad se revela, no de manera progresiva sino, a
cada uno de vosotros, como un fulgor, una forma de evidencia donde no existe
espacio para la más mínima mentira. Porque este mundo es una mentira
permanente.
Vosotros sois la Vida, pero no sois este mundo; sois
la Vida, pero no tenéis ningún apego a este mundo, ningún vínculo, ningún
placer fugaz de vuestras peregrinaciones. Sin embargo, preciso también, que
cada uno de vosotros sois libres de estableceros en los mundos densos o de
vivir el Absoluto o vivir lo que queráis, pero no ya en este mundo, no ya sobre
este mundo que se convertirá en un mundo de Luz desde el momento en que la
Tierra liberada, esté instalada en su nueva dimensión. La mayoría de vosotros
no estarán ya presentes en esta tierra; algunos de vosotros quedaréis como
guardianes de la Eternidad.
Yo sé, porque lo veo, que un número cada vez mayor
de vosotros, aspiráis solo a una cosa: la vuelta a vuestra eternidad. Yo os
digo que el que esté atado a este mundo, no puede estar en la Vida eterna.
Debéis uniros a la Vida, porque sois la Vida, y sean cuales sean vuestros
placeres, sean cuales sean vuestros recorridos, sean cuales sean vuestras
satisfacciones, en definitiva, para el que está liberado solo representan
absurdos y pérdidas de tiempo. Vosotros estáis fuera del tiempo.
Entonces, os digo hoy: atreveos a romper las últimas
ataduras a la Ilusión de este mundo, para estar en la Vida y en la Verdad; no
hay otro camino que ese. Pero la Luz y toda la Confederación Intergaláctica de
los Mundos Libres, os dejarán en libertad, os dejarán libres de estableceros en
las experiencias que deseéis, pero en ningún caso podrán desarrollarse sobre lo
que habéis conocido hasta ahora.
Muchos de vosotros que hasta ahora estaban en la
negación y la ira, van a encontrar la sonrisa, porque esas negaciones y esas
iras, aunque hayan sido difíciles para algunos, se disolverán con cada vez más
evidencia para dejar lugar a lo que siempre ha estado allí.
No estar apegado a ningún escenario o historia, o a cualquier
karma, os libera hoy de las leyes de la matriz, de las leyes de los Arcontes.
Independientemente de las apariencias de este mundo, de sus sirenas, de
vuestras posesiones, de vuestras experiencias, sea cual sea la intensidad de lo
que os parece haber vivido, eso no representa nada frente a la Eternidad que
sois. Por tanto, os invito, en este día, a volveros definitivamente a la verdad
de vuestro corazón, a la verdad de la Vida. La vida en la superficie de este
mundo es posible gracias al Amor, a pesar del encierro.
Ahora cuando muchos hermanos y hermanas encarnados
duermen ignorando lo que son, es el momento de venir a mover a toda la
humanidad en sus convicciones, en sus cadenas espirituales encerradas. Muchas
enseñanzas se os han dado; esas enseñanzas se dirigen a una sola cosa: llegar a
este momento lo más disponibles posible, lo más auténticos posible. Ahora sois
muchos los que habéis vivido eso, y seréis muchos más los que lo viváis por la
Gracia de las Teofanías, en los días y las semanas que vienen en este mes de junio.
Recordad que en cualquier circunstancia que tengáis
que atravesar dentro de este personaje efímero, que lo único que podrá apagar
vuestra sed, como eliminar todo dolor o sufrimiento, será vuestro corazón y
vuestra eternidad.
Todas las interacciones llamadas “relaciones
sociales”, “relaciones afectivas”, “relaciones filiales”, “relaciones con el
sistema”, sea el que sea, llegan a su fin. Por tanto, os invito a la Paz, a la
única paz válida y verdadera, la que está dentro de vosotros y que no depende
de ninguna circunstancia de este mundo, de ninguna facilidad, de ninguna
comodidad, de ninguna molestia.
Os invito a la Eternidad, esta Eternidad que no
puede ir acompañada de ninguna restricción, de ningún nacimiento como de
ninguna muerte, donde ningún sufrimiento puede afligiros, donde ninguna duda
puede manifestarse, donde todas las opciones son posibles porque no hay ninguna
elección, si no es ser Amor y Luz. Todo lo demás son solo juegos de la
conciencia.
En este día de Pentecostés, os invito a la Paz, no
solamente a la redención o al arrepentimiento, sino simplemente al olvido de
todo lo que es pasajero y que pasará definitivamente. Este mundo pasa, pero la
Vida no puede pasar; este mundo termina y comienza la verdadera Vida, comienza la
verdadera Alegría, la verdadera felicidad, el reino de la alegría. Está en el
interior y no es comparable a ninguna alegría de este mundo ni a ningún amor de
este mundo que solo es una parodia de la Verdad.
Entonces, os repito: “Os doy mi Paz”, “deja que lo
que está muerto o va a morir, se separe de ti, porque lo que muere, no puede
ser verdad”. Y lo mismo sucede con vuestra forma, y lo mismo con vuestros
vínculos y todas las relaciones que habéis establecido dentro de este mundo. La
única relación verdadera es ahora, la de vuestro “corazón a corazón”, por la
Teofanía, por la Vía de la Infancia, por el hecho de desaparecer, con mayor
frecuencia, de este mundo. Eso no es triste, no es una pérdida, sino la Verdad
que os incumbe verificar a vosotros mismos.
Gradualmente y a medida que desaparezcáis, a medida
que veáis las ilusiones de este mundo, veréis claramente que vuestro corazón
está ahí, que la Paz está ahí, que el “corazón a corazón” es la única Verdad.
Solo vosotros podréis verificarlo. No vengo a salvaros, porque no hay nada que
salvar en la Eternidad, todo está sano y salvo. Solo la personalidad puede
todavía creer y esperar salvar algo de la Ilusión, de la creencia en una
evolución de lo que es perfecto desde la Eternidad. Ved el subterfugio de los
Arcontes que os han hecho creer que erais imperfectos, que debíais reparar,
mientras que sois la Vida, la Verdad. Ahora es el momento de detener toda esa
mascarada y jugar el juego de la Libertad y de la Verdad que no es de este
mundo.
En estos tiempos, como había dicho, todos los que se
aferren a la vida dentro de lo efímero, la perderán; todos los que se aferren a
la verdadera Vida en la Eternidad, salvarán lo que han encontrado que no tiene
nada que ver con las leyes de este mundo, con las formas de este mundo, excepto
quizá para los que habéis encontrado dentro de la naturaleza que no están
afectados por el encierro de la humanidad ni por el encierro de la Tierra.
Así que, os digo por tercera vez: “Paz a cada uno de
vosotros, Paz en la Vida eterna”.
El Fuego del Corazón, el Fuego de la Verdad, el
Fuego de la Alegría, entran en manifestación. Los carismas, sean los que sean,
que van a manifestarse o que se manifiestan ya, no pueden en ningún caso,
volveros a atar a este mundo, solo pueden permitiros, de alguna manera, anclaros
en la Eternidad, en la verdadera Vida.
Entonces, en este día, mi corazón se regocija como
el vuestro, de esta Verdad anunciada y encontrada.
Mirad a todos los que mantienen los hijos de este
mundo, y que son: seres atraídos por la potencia y el poder de la cabeza y que
han perdido su autonomía y su libertad. Ellos no son condenables ni juzgables,
porque podéis decir como lo hice yo mismo: “Padre, perdónalos porque no saben
lo que hacen”. Ninguno de vuestros hermanos humanos, ninguno de mis hijos que
llevan un alma, puede ser juzgado. Pueden reajustarse a lo que son,
simplemente, durante estos meses que María os ha anunciado desde hace mucho
tiempo. No podéis saber los pormenores y las circunstancias de un hermano o de
una hermana que os parece opuesto a la Luz, porque no lo conocéis, porque si
veis eso, eso quiere decir que no veis más allá de las apariencias, que no veis
lo verdadero porque si no, habría el mismo Amor para cada conciencia,
independientemente de su apariencia o sus pretensiones.
El encierro no procede de los humanos, como sabéis,
aunque algunos hayan contribuido a ello, jugando el juego de la depredación, el
juego de la apropiación, que no es más que una forma de egoísmo disimulado. Eso
se os ha explicado en muchas ocasiones a través de las falsas espiritualidades.
Tanto las religiones, como las organizaciones, como los movimientos llamados
espirituales, están todos vinculados, sin ninguna excepción, a este mundo y,
por tanto, a la Ilusión llamada Luciferina.
Porque hoy os puedo decir a cada uno de vosotros:
“Tú eres piedra y sobre esta piedra construiré mi Iglesia”, que es la “Iglesia
Interior”. La Iglesia exterior es solo un sucedáneo que os tiene en sus redes,
en sus ilusiones, en sus parodias. Hoy es el momento de hacer lo mismo que hace
dos mil años, echar a todos esos mercaderes del templo, a todos esos mercaderes
de ilusiones, a todos esos mercaderes de esperanzas, a todos esos mercaderes de
sueños que no son verdad.
Hoy, os atañe a cada uno, por la Gracia de las
Teofanías, no creer más ni adheriros a esos absurdos. Es hora de estar
verdaderamente, no por momentos, sino en permanencia, en el Amor, sin tratar de
comprender o discriminar. Amad; amad, ante todo, aunque no comprendáis, aunque
no sepáis, porque ahí está el Amor más puro, que no tiene en cuenta nada
previo, ninguna condición, ningún objetivo. Ahí está la Verdad; todo lo demás
no son más que disfraces y, en definitiva, lo sabéis.
Pero, el olvido y el miedo, os han conducido a esas
estrategias. El mundo y la sociedad, regidas por la competición y la
depredación, os han obligado y forzado a cuidar un espacio ilusorio de
protección. Eso acaba, desde ahora. Sea la que sea vuestra edad, sean las que
sean vuestras posesiones, no estaréis libres mientras no dejéis morir y
alejarse, lo que está destinado a morir.
Algunos intervinientes os han dicho, “vosotros no
sois este cuerpo, vosotros no sois nada de lo que pertenece a este mundo”. Es
el momento de vivirlo antes que haya crujir de dientes que, de todas formas,
también pasará.
Dejad ser a vuestro corazón, no lo abruméis con nada
de lo que pertenezca a vuestra persona o a la historia. Así es como seréis
libres y así estaréis en la Alegría verdadera y en la felicidad. Diga lo que os
diga vuestra persona, digan lo que digan vuestros seres cercanos, digan lo que os digan las reglas de este mundo,
todo es falso, no existe. Es una mentira y un sueño. Entonces, salid del sueño
y ved; ved la magnificencia, ved la belleza de lo que sois y que jamás brillará a través de la persona que
interpretáis en este mundo.
Así que, en este momento, dondequiera que estéis,
independientemente del día en que oigáis mi intervención de Pentecostés, sea
cual sea el lugar, os doy mi Paz eterna, os doy el perdón, os doy lo que sois:
esta Paz, este Amor, este perdón. No os dejéis llevar por las sirenas de la
espiritualidad de este mundo, no os dejéis llevar, sino permaneced en la
felicidad; todo lo demás no hace más que molestar. ¿Queréis la Paz?, ¿queréis
la Verdad? Está ahí; no hay otra.
Permitidme, finalmente, en cualquier día y en
cualquier lugar que estéis, que os deis cuenta en el momento de la escucha, en
el momento de la lectura, la Teofanía de Cristo acompañada de la espada de
Mikaël, acompañada por la dulzura de mi Madre. Dignaos aceptar la ofrenda de la
Paz, la ofrenda de la Libertad, la ofrenda del amor. Oremos juntos, no para
pedir, porque todo está ahí, sino para dar gracias y para la alegría de la
felicidad, para la alegría de la Eternidad.
…Silencio…
Daos la Vida, la Vida eterna, donde la sed no puede
existir.
Que mi Paz esté en cada uno de vosotros desde este
instante. Doy gracias a vuestra presencia, a vuestra escucha, a vuestra
lectura; doy gracias a vuestra eternidad. Doy gracias, en este fin de los
tiempos de la Tierra, a la Vida que fluye en vosotros, que sois vosotros.
…Silencio…
Acojamos juntos y celebremos, la Nueva Eucaristía.
…Silencio…
Os doy mi Paz y os absuelvo de todo lo que podáis
considerar como un pecado, porque el único pecado es creer en la Ilusión de
este mundo, que os priva de la Vida eterna y del Amor.
…Silencio…
Que el Amor infinito de la vida, se revele en
vosotros y ponga fin al motor del sufrimiento, al motor de la Ilusión.
…Silencio…
Ahora es el momento de callarme y que cada uno de
vosotros quedéis en el mismo silencio, en esta Teofanía que no requiere ni
palabras, ni soporte.
…Silencio…
En el nombre de la Ley del Uno, en el nombre de la
Verdad, en el nombre de la Vida, honro a cada uno de vosotros, especialmente, a
aquellos que se han alejado de mí, amargados por las mentiras
de las religiones, desviados de la fe por el diablo que no es otro que Dios.
…Silencio…
Os doy las gracias y os lo agradezco.
…Silencio…
***